PSIMBIOSIS y AMOR PLURAL

 

Cors 

POLIFIDELIDAD  

del estudio» EL SENTIR COMÚN »  por Raimon Caor

La monogamia es la más dura de todas las disposiciones maritales humanas. Hasta las parejas fieles con muchos años de matrimonio, solo son principiantes en la monogamia, lo sepan o no. En su intento de mantener un vinculo sexual y social que comprenda un único hombre o mujer, los aspirantes a monógamos van en contra de alguna de las tendencias evolutivas más profundamente arraigadas con que la biología ha dotado a la mayoría de las criaturas incluida el Homo sapiens. Hay sólidos indicios que los humanos no son monógamos por naturaleza.                                                                                      

                                                                                           Margaret Mead, antropóloga

Las leyes morales del mundo han sido constituidas básicamente por hombres que a lo largo de la historia de pueblos y culturas, han constituido modelos de acuerdo intereses políticos y culturales, determinando la monogamia como la única forma de alianza digna de confianza. Sin embargo la poligamia fue algo habitual en tiempos bíblicos, como también lo fue en China y en India y continúa siéndolo en el mundo islámico. En algunos lugares y en menor proporción existe también la poliandria, cuando una mujer se vincula con varios hombres.    La poliandria ha sido uno de los modos más antiguos y efectivos de organización y de sexualidad de las sociedades tribales ya que los sagrados valores de la antigüedad honraban a la mujer como portadora de y ello le otorgaba ciertos privilegios. También en la antigua Creta, en algunas tribus amerindias y en pueblos de los Himalayas, las mujeres podían tener varios esposos, sin embargo la poliandria ha sido menos frecuente que la poligamia a debido a las determinaciones patriarcales de las culturas predominantes. Ahora, través de las crisis de valores y de motivaciones de la sociedad del siglo XXI, se abre una nueva dimensión de las relaciones, y se replantea en igualdad de derechos un nuevo espacio de honestidad y libertad, compatible con la lealtad y la seguridad, en cualquiera que sea la forma de alianza o asociación entre hombres y mujeres, y relaciones homosexuales. Esta opción puede definirse a través de la idea del “poliamor”: un concepto occidental contemporáneo que reivindica la posibilidad de establecer relaciones afectivas i/o sexuales entre personas unidas en forma de parejas abiertas, de triángulos, cuadrángulos o exágonos amorosos. En su forma más inicial o primaria el poliamor plantea una forma de relacionarse simplemente liberal y sincera, pero en su forma más madura propone la unión profundamente comprometida entre varias personas, que como matrimonios colectivos puedan vivir en la misma casa, o en proximidad, dispuestos a enfrentar y resolver cotidianamente cualquier dificultad que pueda surgir ante la economía, la educación, la intimidad, los límites, la inseguridad, y los celos. Es importante pues, diferenciar el poliamor, basado en la afinidad, el reconocimiento y la transparencia, de otros movimientos liberales cuyo objetivo es la promiscuidad, el hedonismo y el sexo por el sexo. La poliamoría aspira a unas relaciones comprometidas y estables entre más de dos personas, fundamentadas en el reconocimiento y la madurez emocional que permita compartir en libertad. La noción de “poliamor” plantea una innovadora visión para eliminar la losa cultural de culpabilidad y de perversiones, y abrir la mente a una nueva ética de las relaciones, que contemple las relaciones como posibles combinaciones y armónicas geometrías afectivas.

Según opiniones de estudios expuestos en diversos congresos en México y USA, la experiencia poliamorosa libera y acelera el desarrollo personal, aumenta las habilidades de comunicación, y puesto que la fidelidad es un sentimiento del alma, para las parejas evolutivas otorgar libertad sexual, supondrá un gran paso hacia la superación del apego, los celos y las heridas de amor propio que a menudo surgen cuando hay un desplazamiento de afecto o de sexualidad hacia otra persona. Sin embargo conviene ser conscientes que no se trata únicamente de deshacerse de caducos moralismos y eliminar todos los límites, cayendo en el autoengaño de sustituir unos roles por otros, se trata del noble acto de asumir que existen otras formas, lícitas, honestas e inclusivas, para expandir el afecto, los vínculos y finalmente nuestra conexión con lo trascendente o con Dios, tal como cada cual lo imagine. Esta nueva forma de autoresponsabilidad emocional, aportará en su momento una gran plenitud, y cuando varias personas en-amor puedan llevar una vida en común, se aligerará el peso de la economía, dispondremos de más personas para dialogar, abundante energía amorosa para nutrir a los hijos, y para el servicio a la sociedad.

En cualquier modo, la expansión anímica y moral que pueda darse en un ámbito poliamoroso también puede realizarse socialmente en el plano de la amistad y en otras formas de intercambio sin que ello comporte relación sexual, sin embargo, la idea del amor extensivo posibilita incluir en nuestro núcleo afectivo a otras personas probadamente dignas de nuestra confianza, demostrando así la capacidad aditiva del Amor, de forma similar al afecto que una pareja brinda a su segundo hijo, sin dejar de amar al primero. Muchas culturas ejemplarmente sostenibles, han demostrado que la familia extensa, ampliada en comunidad, es la forma de vivir más saludable y sostenible. ¿Porqué entonces se fomenta el modelo de familia nuclear como bloque de construcción de la sociedad ?… Obviamente por razones de economía, dependencia y control sobre la población; los engranajes del sistema deben seguir girando según los intereses de la especulación de los grandes poderes.

No hay recetas que aplicar ante los tan diversos contextos del terreno afectivo y sexual, sin embargo, a mayor unión mayor fuerza y conciencia para evitar ser fagocitados por quienes viven a costa del desamor. Sea cual fuere nuestra opción, si no aprendemos a convivir como hermanos acabaremos muriendo solos y estúpidamente dispersos.

POLIFAMILIA

Ante la normalidad del adulterio en la sociedad actual, plantear el desarrollo de un mayor grado de franqueza y solidaridad entre hombres y mujeres, supondría un reto evolutivo para la evolución emocional, y espiritual. Con este objetivo no resulta utópico ni descabellado plantear la poliginandria o matrimonios grupales, a través de la alianza de un cierto número de personas capaces de establecer sinceras y leales relaciones amistosas y amorosas. De este modo una célula familiar se constituiría mediante grupos de 4 a 12 personas, que compartieran afinidad ideológica y sentimental. Cada miembro del grupo podría tener su pareja primaria y un amante, lo que configuraría de forma natural, voluntaria y progresiva una red y un tejido social amoroso, siempre y cuando el sistema interno supiera autorregularse emocionalmente.

EXPERIENCIAS PRECURSORAS

La Comunidad ONEIDA

Aunque actualmente no contamos con demasiados referentes de matrimonios plurales de probada integridad y duración, es constatable que actualmente las relaciones monógamas no son del todo exitosas ni saludables, tal como lo reflejan los elevados índices de divorcios, de matrimonios aparentes, o de relaciones huecas en las que persisten la desconfianza, la infidelidad o la amargura. Sin embargo existen referentes históricos de relaciones familiares alternativas, como la Comunidad Oneida, una comuna fundada por John Humphrey Noyes en 1848 en Oneida, (Nueva York), enraizada en valores cristianos con la base de una doctrina llamada el Perfeccionismo, que exhortaba a sus miembros a no caer en el materialismo ni en la avaricia. Crearon una pequeña red de comunidades que se dedicaban a labores agrícolas, ganaderas, y artesanales y practicaban el trueque entre ellas. Lo más osado para su época fue el llamado “Complejo matrimonio” cuya norma establecía que los miembros de la comunidad no tuvieran un trato sexual exclusivo, sino que mantuvieran una circulación fluida de relaciones, y así evitar el “amor especial” destinado a Dios. Creían que la sexualidad no sólo debe ser biológica, sino también social y espiritual, para ello se adiestró a los hombres en el control de la eyaculación durante el coito como una forma de encauzar y elevar la energía vital. Otra práctica de tipo iniciático permitía que las mujeres en la menopausia ofrecieran relaciones sexuales a los adolescentes varones, lo cual era útil, tanto para el aprendizaje de los jóvenes como para la regulación de embarazos no deseados en las etapas más fogosas de los varones. Muchas de estas mujeres se convirtieron en referentes religiosos para los jóvenes. Del mismo modo los hombres maduros podían iniciar a mujeres jóvenes en la sexualidad.

La pequeña red de comunidades Oneida fue todo un éxito en su época, ya que fueron exitosas en su economía y eran bastante autocríticas, a pesar del cuestionado liderazgo de Noyes; sin embargo como cualquier proyecto utópico y precursor, hubieron errores y surgieron las dificultades internas que sumadas a la dura y constante presión de las poblaciones vecinas, escandalizadas por una forma de vida tan “amoral”, precipitaron su decadencia, siendo finalmente denunciadas y desmanteladas violentamente por el entorno estatal. En 1881 cerró la última rama superviviente.

LA RELACIÓN POSIBLE”

Una experiencia más reciente y gran ejemplo de honestidad y evolución es la de Joe Domingo y Viky Robbin, una pareja norteamericana años que estando en una exitosa cresta profesional y financiera en los años 1980, abandonaron su tren de vida y optaron por la simplicidad, reduciendo drásticamente necesidades y consumo a cambio de tiempo vital para disfrutar de la educación de sus hijos, para sus relaciones sociales, para sus ocupaciones creativas, y para estar más en contacto con la naturaleza. Su aventura fue compartida muy pronto por una pareja de amigos que se sumaron a la nueva experiencia, extendiendo así su núcleo familiar y compartiendo una íntima relación, tal como relataban en “La relación posible”, una crónica que reflejaba más de quince años de experiencia donde el factor decisivo fue su voluntad de desarmar los viejos roles de comportamiento cargados de miedo y de inseguridad. Se dispusieron a “vivir vidas sin guión” reconociendo y mostrando claramente todas las tretas emocionales de las relaciones, estableciendo para ello reglas y rituales para compartir todos sus pensamientos y sentimientos y para recuperar la energía del amor fluyendo en el conjunto de la relación común. Todos estos procesos de comunicación, ritualización y alineamiento crearon un contexto en el que era posible este “cuatrimonio” puesto que todos y cada uno de los miembros sentía plenamente que estaba incluido en todas las decisiones, acciones e interacciones que sucedían en el grupo y así, partiendo de su unidad de pareja como relación primaria, completada en si misma-, pudieron incluir a la otra y a otras en su intimidad. Expresaron al respecto:

El corazón de una relación inclusiva es más que un simple consentimiento de poligamia. Nuestra relación está basada en la total honestidad y abundancia de amor y satisfacción entre los “socios” originarios. No hay ansiedad por la variedad, la estimulación, o la aventura. … de hecho, es probable que este tipo de asociaciones funcione sólo entre gente que ya se siente elevada, a gusto consigo misma, y en armonía, diversión y complicidad con su pareja, siendo capaces de unirse a otros sólo cuando ese primer compromiso ya ha sido servido y honrado. Asombrosamente, habíamos encontrado a otros seres que habían captado la esencia de este tipo de límites. Cada uno ha ofrecido muchísimo a los demás y así ha crecido nuestra familia. En este nuevo contexto de inclusividad en la relación, en el amor y en el sexo, los recurrentes sentimientos de posesividad y celos se han evaporado. “La experiencia de celos crece fácilmente en el ambiente de inseguridad emocional, de secretos y de exclusión de las relaciones privadas. Adoptamos el lema: “Tráelo/a casa, que nos recordaba incluirnos a todos nosotros en cualquier amistad o relación sexual con otra persona. Esto no sólo previno de los celos sino que también incrementó la alegría y la vitalidad de todos nosotros. Quedó claro que los celos no son una experiencia humana necesaria”

La vivencia poliamorosa depende de la elasticidad de la membrana emocional de los participantes. Cada cual ha de encontrar su forma, su tiempo y los cauces adecuados. El amor suma a través con la transparencia de mente y corazón; por ello la práctica del poliamor no tiene cabida en actitudes morbosas o en la adicción a las relaciones que sirven para derivar problemas personales. El mito de la media naranja donde cada individuo necesita una mitad para ser complementado, es ahora substituido por el símbolo de la naranja entera, donde cada persona, como un gajo de la naranja, es libre, autoresponsable y parte integrante del conjunto. En cualquier caso tal como exhorta un proverbio sufí:        “El Amor es siempre una distancia a cubrir.”                                                         

TERRITORIALIDAD Y CELOS

El sentimiento de posesividad es una biológica e instintiva pulsión relacionada con la supervivencia, la obtención de recursos, la consecución de privilegios (económicos, sociales…) y la selección sexual. El sentido de territorialidad es el sentimiento de pertenencia que muestran los habitantes hacia el lugar que ocupan; se da en humanos y en animales, e incluye la soberanía y el sentido de la propiedad que tiende a una acción, -generalmente violenta-, de defender el territorio de intromisiones. Los animales demarcan sus espacios con olores hormonales que impregnan en su entorno, y los humanos igualmente territoriales lo hacen con cercas, vallas, alambradas, muros, murallas, rótulos y líneas fronterizas invisibles que trazan sobre los mapas. El síndrome de la territorialidad está relacionado tanto con la protección de la propiedad material, como de la defensa de la propiedad física, psíquica y emocional que también genera gran diversidad de límites, muros y fronteras.

Obviamente hay limites estructurales, naturales y sanos que cumplen la función de contener, proteger, y preservar una relación o un bien material, pero en situaciones donde escasean los recursos, ante la vulnerabilidad, o cuando existe poca estima personal, es cuando aumentan las señales agresivas-defensivas para intentar salvaguardar aquello que se considera como propiedad. En las relaciones sociales y sobretodo en la pareja, los celos tienen su origen en la asfixiante sensación de angustia y inestabilidad personal, circunstancia que tiende a situar el amor, el afecto o la atención, fuera de uno mismo y aferrándose a la idea que el bienestar o la salvación depende totalmente de otra persona. Toda posesión siempre oscila con la posibilidad de pérdida, puesto que toda propiedad implica control y un mantenimiento que garantice su funcionamiento y su permanencia. Los conflictos más comunes están relacionados con la exclusividad o con la codicia, sin embargo el justo desapego nos da mayor perspectiva para relacionarnos libremente, ser empáticos/as y responsables sin la sobrecarga de establecer control sobre los demás. Cuando superamos los celos sin residuos de desprecio o de exclusión, se expande una amplitud y una solidez emocional altamente gratificantes. Una vez reconocidas las causas y errores de percepción, y recuperada la autoestima, el propio espacio interior se ha ensanchado y entonces experimentamos una mayor generosidad, más claridad y más capacidad tanto para definir los límites como para formular los propios deseos y necesidades de forma honesta y natural, sin coerción ni exigencias.

Lo que resulta contradictorio es que nos afecte hasta el punto de hacernos sentir desgraciados y violentos, el hecho que alguien a quien amamos se relaciona con otra persona que le inspira y le hace sentir feliz. Cuando en una relación irrumpen otros sentimientos de afecto o deseo hacia otras personas, es la oportunidad de poner a prueba la confianza, la honestidad y la solidez del vínculo, siendo fiel a uno mismo y leal al otro, demostrando con dignidad, la capacidad de dejar espacio. En cualquier situación la honesta comunicación de los sentimientos será siempre lo más beneficioso para todos, y así todas la personas implicadas podrán asumir la nueva situación emocional y evolucionar con claridad y transparencia.

Como parte del proceso de integración podrían reconsiderarse las siguientes cuestiones:

  1. ¿El miedo, ira o los celos responden a marcas o memorias traumáticas del pasado?.
  2. Cual es la base afectiva, ideológica o espiritual del vínculo. ¿Que ideales, intereses u objetivos se comparten en la relación?
  3. La calidad y la incondicionalidad de los sentimientos
  4. ¿Como se expresa materialmente la relación y el grado de dependencia y/o reciprocidad?
  5. ¿Como se demuestra la solidez / flexibilidad del proyecto de vida en común?

Existen más problemas de celos las parejas monógamas, o incluso en las parejas abiertas, que en el seno de una familia poliamorosa, puesto que en una familia polifiel siempre se procura mantener fluida e integrada la energía del grupo, sin estancamientos ni exclusiones. Todo el grupo esta comprometido en la relación, y pueden disponer de experiencias sensuales o eróticas de calidad, sin necesidad de represión, promiscuidad ni infidelidad.

Sería un gran logro y un gran paso en la evolución del ser humano, el descenso del sentimiento de propiedad y el aumento de nuestra capacidad de compartir.

¿Se pueden interconectar varios ordenadores?… ¿Se pueden crear redes de datos y comunicación? ¿Se puede ser fiel a mas de un proyecto sin que ello suponga escisión, dispersión, fuga, o perversión?… ¿Se puede amar íntimamente a más de una persona?…

Según Kevin Warwick catedrático de la universidad de Reading, los más avanzados logros de la cibernética trabajan para hacer compatibles las redes de conexiones neuronales con la robótica y aseguran que nuestro destino como especie inteligente, trascenderá la identidad y la acción como mente y cuerpo individual, para integrarse en una conexión de cerebros, mediante implantes tecnológicos que permitirán superar los obstáculos físicos y las limitaciones del lenguaje. Esto propiciará lo que los artesanos de la conciencia denominaban realización personal o iluminación. Probablemente la dificultad de superar egos y apegos mentales pueda facilitase con ayuda tecnológica, aunque cabe la duda de que exista en tal proyecto la suficiente ética para desarrollar una armonización humana y terrenal y no predominantemente robótica que derive en nuevas estrategias de control sobre la humanidad. En cualquier caso, los cambios sociales relacionados con la realización personal indican que la experiencia Búdica o Crística, como idea de integración de la plena conciencia, ya no serán a nivel individual, sino realizables colectivamente en el plano grupal.

Considerando primordial y sagrado el fundamento de la pareja, y sin pretender hacer apología de poligamia ni poliginandria, todo indica que es tiempo de contemplar otras estructuras afectivas sustentables y trascendentes, capaces de crear vínculos sólidos, con el objetivo de una mejor expansión psicológica, emocional y vibracional y por consecuencia ambiental.

SEXO Y NEXO 

Solo la verdad es sexy                                          

Mala Rodríguez, cantante raper 

Lo que ustedes denominan energía sexual o expresión sexual, es la misma materia con que la existencia es creada y sustentada. Cuando una pareja se ama y experimenta la entrega total durante un contacto sexual elevado, se funden en una sola conciencia que contiene partes iguales de masculino y femenino. Esta es la función sagrada de la sexualidad, la que tiene como intención y finalidad producir éxtasis y experiencia de unicidad

Amorah Quan Yin, mística y metafísica

¡Con lo mucho que se ha hablado y cantado sobre el amor y lo poco que aun se conoce!… Generalmente se cree que sexualidad es “hacer el amor” cuando la sexualidad es solo un aspecto físico e instintivo que tiene el potencial de convertirse en amor, pero de hecho solo es energía. Según el Tantra, lo que denominamos amor, es un conjunto de interacciones energéticas que circulan por todos los plexos de nuestro cuerpo activando grandes cantidades de partículas, que como cargas energéticas no solo transforman a sus protagonistas sino también afectan al entorno ambiental.

Curiosa paradoja la que sitúa los órganos del placer y de la reproducción en las mismas zonas fecales de nuestro organismo. Tal como alguien bromeaba exclamando al universo: “¡Vaya ingeniero mas listo que ha colocado la depuradora al lado del parque de atracciones!”… Bromas aparte, es evidente la ignorancia generalizada sobre las funciones sexuales. El deseo de unirse sexualmente con otra u otras personas responde básicamente a la necesidad de completarse y unificarse consigo mismo, de superar el sentimiento de separación individual, de experimentar intimidad, y en cierto modo regresar a la fuente original de la creación con la sensación de unicidad que experimentamos en el vientre de nuestra madre. La forma socialmente más aceptada, es la que relaciona la sexualidad con el amor, aunque la forma más común y habitual es el hedonismo y la sexualidad “lúdica” que sin duda también cumple su función experimental y descompresora; sin embargo la unión sexual realizada meramente por placer, puede que satisfaga temporalmente nuestras necesidades, pero también puede producir cortocircuitos energéticos en el sistema nervioso, que pueden evitarse incorporando una noción más alquímica y responsable en las relaciones sexuales, y de este modo se puede gozar a la vez que templar la energía sexual, pues esta energía tanto puede proyectarse hacia el acto genésico y engendrar un nuevo ser, como activar y nutrir nuestro propósito de vida y nuestros  genuinos talentos.

Las brillantes palabras del polifacético escritor y educador George Leonard enfatizan que la energía sexual está directamente relacionada con la creatividad y la salud psicológica y social. “El Eros es la fuerza fundamental del Universo que se manifiesta en el instinto de una especie para reproducirse y multiplicarse, y en la tendencia evolutiva de todo el mundo viviente, hacia unas formas más elevadas y cada vez más bien organizadas. Lo que denominamos “instinto sexual” es una expresión de esta fuerza, como también lo es el amor que trasciende el deseo.

El Eros también se expresa en el deseo de hacer amistades y de unirse a otros en equipos o comunidades para llevar a cabo iniciativas conjuntas. La fuerza de la libido no se limita a la creación biológica y cultural, sino que se expande a todos los impulsos de construir y crear, tanto si se trata de crear el nido de un pájaro, una receta de cocina o una sinfonía” Todo movimiento del mundo tangible sucede de acuerdo a un juego de polaridades y a una infinitesimal ley de correspondencias presente en todos los fenómenos biológicos de la naturaleza y en todas las pulsiones de oferta y demanda, de entrega y admisión de las relaciones humanas. La sexualidad contemplada como cópula genital, es la forma biológica en que dos seres se acoplan para compartir un intercambio energético, pero se trata de una transubstanciación que contiene muchos niveles de información que quedan registrados en el código anímico personal y que determinan la trayectoria vital y el destino de las personas. Instintivamente la sexualidad responde al aleatorio juego de la selección genética y la reproducción de la especie, y aunque culturalmente el gratificante juego sexual sigue glorificando los contactos genitales y la explosión orgásmica, es posible ir más allá este aspecto más primario, y acceder a estados extáticos mucho más placenteros e intensos. Antiguas técnicas orientales como son el Tantra, el Tao, o el Kamasutra, sitúan la sexualidad en el honorable espacio de las artes amatorias, tratando el placer como materia prima del éxtasis, y este, como vehículo de expansión de la conciencia. En este sentido, diríamos que la sexualidad es la semilla, el amor es la flor, y la compasión es la fragancia que nace de la unión trascendente.

Dentro del juego de polaridades incorporado en cualquier tipo de relación afectivo-sexual, también cabe situar la bisexualidad como el puntual deseo romántico o sexual entre personas de ambos sexos. Cuando la infancia o la adolescencia no están muy condicionadas o reprimidas, es muy normal que niños y jóvenes exploren y descubran su naturaleza sexual entre ellos, siendo frecuentes y espontáneos los contactos homosexuales, sin que ello signifique perversión ni determine una preferencia sexual. La bisexualidad, como disposición abierta entre la homosexualidad y la heterosexualidad se ha observado en gran variedad de formas en casi todas las sociedades humanas, y también puede considerarse como un posicionamiento o una beneficiosa práctica puntual o transitoria, en los procesos de búsqueda de la propia identidad primordial.

En el campo de la sexología existen especialistas que abordan el tema de las adicciones sexuales y otros comportamientos compulsivos. También hay quienes, prescriben la terapia de restauración de la identidad sexual ciñéndose al modelo heterosexual y monógamo, considerando las variantes como un síndrome patológico que se debe tratar… En cualquier expresión de la sexualidad la capacidad de tomar conciencia sobre el propio comportamiento y la sensación interna, serán la clave de la armonía y la autorrealización personal, independientemente de que rol, que forma estable o eventual se adopte. En cualquier caso compartir el deseo sexual es saborear un fruto que ofrece su belleza y sus múltiples matices como un regalo para el cuerpo y para el alma. Su función es fundirnos en el placer y a través de el, regenerar e impulsar la esencia de nuestro ser y así dinamizar nuestras más auténticas aspiraciones.

LA EJEMPLAR INTEGRIDAD DE “LOS BONOBOS”

La sabiduría debe tener como finalidad dar a las pasiones el más elevado alcance, conciliable con el orden público.

Charles Fourier, pensador y escritor 1772 –1837

Ensimismado en sus propios sueños de progreso y de conquista, el egóico ser humano olvida, -cuando no somete-, a los animales. Pocas veces se detiene a pensar como viven, que sienten, y que pueden aportar aparte de su sacrificio. Actuales investigaciones demuestran sorprendentes y ejemplares cualidades en nuestros compañeros de viaje planetario.

Judith Eve Lipton, psiquiatra del Swedish Medical Center en Washington y David P. Barash, su marido, doctor en Zoología y psicólogo evolucionista de la Universidad de Washington, demuestran en su libro “El mito de la monogamia” que la mayoría de los animales son polígamos lo cual rompe el mito de la monogamia que había etiquetado a muchas especies. Dicho estudio de la conducta animal se ha revolucionado debido a recientes pruebas de ADN, descubriendo que las crías de algunos animales tenían un padre distinto al que las cuidaba desde el nacimiento, con lo cual se marca la diferencia entre monogamia social y monogamia sexual.

En línea de estas investigaciones cabe destacar la existencia de unos primates llamados ”bonobos”, los simios más próximos genéticamente a la especie humana que viven en Zaire y su sexualidad es muy libre y variada. Tienen relaciones con individuos del mismo sexo o del sexo opuesto, de mayor o de menor edad, siendo además del humano el único animal que copula cara a cara. Algunos cambian de pareja sexual frecuentemente, mientras que otros establecen relaciones de pareja duraderas. Sus tendencias sexuales son diversas, conviviendo bonobos homosexuales, bisexuales y heterosexuales sin conflictos aparentes por ello.      Janet Mann, (bióloga y profesora de psicología de la Universidad de Georgetown experta en comportamiento de cetáceos y primates en la reproducción femenina y la atención materna ) está convencida de que por medio de la conducta bisexual, − hecho común entre delfines machos −, se crean vínculos que favorecen la búsqueda y la protección de las hembras; los delfines forman parejas, tríos, cuartetos… El modelo de pareja «macho-hembra» es uno más entre ellos. En este sentido los bonobos nos ayudan a comprender cómo pudo haber sido la vida humana durante los miles de años previos a la evolución neolítica, en que mujeres y hombres vagaban en grupos de forrajeros o cazadores-recolectores, como algunos actuales supervivientes bosquimanos. La sociobiología dominante nos tenía acostumbrados a comparar al humano con simios jerárquicos más o menos agresivos como son los chimpancés o gorilas, ignorando intencionalmente al mono biológicamente más parecido a nosotros que es el bonobo, un mono pacífico e igualitario que sabe disfrutar de la vida. Los bonobos caminan erguidos el 25% del tiempo en sus desplazamientos por el suelo; esta característica, junto con su postura, le da una apariencia más humana que los chimpancés comunes; igualmente, tienen una gran diferenciación facial -al igual que los humanos-, de modo que cada individuo tiene una apariencia significativamente distinta, permitiendo el reconocimiento visual en la interacción social. Los bonobos también pasan la prueba del espejo, que sirve para demostrar que tienen conciencia de si mismos. Los bonobos se comunican principalmente mediante sonidos, y aunque aún no se conoce el sentido de sus vocalizaciones, es evidente que comprenden de forma sencilla expresiones faciales y gestos humanos. Existe documentación sobre bonobús que han aprendido un vocabulario de cerca de 400 palabras que pueden escribir usando un teclado especial de lexigramas (símbolos geométricos), y pueden responder a preguntas formuladas de viva voz. Son también destacables las similitudes del modo de vida bonobo con algunas culturas matriarcales que aún existen actualmente en el mundo.

El filósofo y profesor de bioética Peter Singer, argumenta que todas estas observaciones y resultados califican a los bonobos al “derecho a la supervivencia y la vida”, derechos que los humanos “teóricamente”, solo reconocen a los de su propia especie. Tanto el humano como el bonobo son los únicos mamíferos etiquetados con el celo permanente, y si bien los humanos intentamos analizar y clasificar todas nuestras experiencias, y tendemos a concretar la sexualidad en el coito, el bonobo se entrega al impulso del deseo y el galanteo como base primaria de sus relaciones sociales. En cualquier momento y circunstancia, está dispuesto a cualquier variante de juego amoroso. Los machos, -competitivos en casi todas las especies-, intercambian alimentos sellando pactos de amistad mediante la frotación de sus genitales, o atendiendo conjuntamente a una hembra mientras ellas se entrelazan estableciendo relaciones igualitarias de hermandad y empatía. Una importante característica es que sólo la hembra humana y la bonobo tienen idéntica anatomía en cuanto a la posición de la vagina, lo que les diferencia de los otros animales que la tienen en la parte posterior, -incluido el chimpancé-, y que condiciona su forma de copular. El bonobo, además de adoptar cualquier postura sexual, lo hace cara a cara.

La psicóloga y neurofisióloga Susan Bloch, al estudiar un grupo de bonobos en cautiverio observó: “cuando se aman así son como practicantes de sexo tántrico, o como dos personas enamoradas que se miran directamente a los ojos y se besan lánguida y acarameladamente”. Los bonobos son extremadamente agradables, cuando no están acariciándose o compartiendo alimentos se dedican al ocio, a la contemplación y al juego. No temen al agua, no delimitan territorios ni luchan para preservarlos; son nómadas y aventureros. Los chimpancés, -de forma similar a los humanos-, protagonizan de vez en cuando alguna cruenta guerra territorial, sin embargo los bonobos realizan ocasionalmente encuentros tribales en los que reúnen a centenares de congéneres desconocidos, para compartir, para aullarle a la luna y disolver las tensiones con espontáneas y dulces sesiones de amor y sexo colectivo. A diferencia del chimpancé que puede llegar a ser extremadamente brutal, el bonobo es vegetariano e irremisiblemente pacífico, y aunque ellos viven un ritmo sexual que supera diez veces la actividad de otros simios, su reproducción es armoniosa, y jamás sobrepoblan sus territorios. Lo más común es que una hembra adulta dé a luz a una criatura cada cuatro años, aproximadamente, sin que ello suponga ningún tipo de abstinencia, interrupción, tener que enfundarse preservativos, ni tomar anticonceptivos. Ellos simplemente se “enrollan” sin ningún atisbo de competitividad ni de agresión, su biología y su instinto hacen el resto. Ojala la vida siga bendiciendo a los inocentes bonobos manteniendo su comunidad y su forma de vivir la vida, y que la locura y la gula de los “humanos” no acabe de exterminarle, pues lamentablemente se le considera en peligro de extinción ya que su carne es considerada un manjar para algunos buscadores de exotismos. Actualmente se estima que existen alrededor de 10.000 bonobos en estado salvaje, más unos cuantos miles más en cautiverio.

Después de tantos años sometiéndonos unos a otros, los humanos aún con todos nuestros sofisticados artificios, nos encontramos ante los efectos de una errática mentalidad, cómplices de vergonzosos medios para lograr absurdos fines, e intentando conquistar planetas lejanos. Sin embargo los bonobos, juguetones, enamorados y pacíficos son un ejemplo para la humanidad, puesto que ellos parecen haber conseguido un estado de gracia que los humanos aún soñamos alcanzar. Sin duda, la abundancia de afecto y la sexualidad bien aspectada es fuente de salud, energía y sostenibilidad. Quizás sea este un remedio para paliar la depresión neurótico-productiva de nuestra caótica civilización.

 

RED PSIMBIÓTICA

Recuperar la noción de lo sagrado y trascendente, es necesario tanto para imponer límites a la manipulación y a la esclavitud, como para facilitar una actitud transpersonal que nos permita trascender el “yo” individual y así poder participar del “nosotros”, de la fraternidad, del “sentido” y del bien común propio de  cualquier colectivo o comunidad. Aunque para formar la propia identidad, sea básico el proceso de autoconocimiento e individuación  también lo es aprender a socializarnos mediante relaciones y vínculos que generen cohesión, sentimiento de pertenencia y cooperación. Somos seres gregarios, interdependientes, que vivimos con, a través y para los demás

En el proceso de evolución psiconeuronal reconocemos la conexión de nuestro cerebro con el entorno y con el resto del universo vivo y sensible. En la medida que se equilibran nuestros dos hemisferios, cerebrales pasando delo lógico-formal-analítico-mecánico,- propio del hemisferio izquierdo-, a lo intuitivo-lúdico-simbólico-holográfico,-propio de las funciones del hemisferio derecho, se amplia la percepción y la consciencia. Así vamos comprendiendo cualquier asunto o fenómeno desde su totalidad, y las partes del conjunto recuperan su salud e independencia. Así es posible integrarse en un conjunto global y vivir en sinergias. 

En el desarollo tecnológico, la hiperconectividad es un fenómeno cultural presente en cualquier aspecto de nuestra cultura: las prácticas laborales, el entretenimiento, los romances, la educación y los negocios…, todo se está transformando a partir de esta vertiginosa configuración de redes sociales, y evidentemente el desarrollo espiritual tanto individual como grupal también entran en esta tendencia.   La tecnología nos atrae, nos entretiene, ayuda, acompaña, conmueve, sorprende, y quizás nos lleva a otras nuevas dimensiones. En cualquier caso es un fenómeno que crece de manera exponencial y en cierto modo descontrolada. Sin embargo los incipientes efectos de “colectivización” que han ido creciendo en la última década solo son una muestra del alcance y potencial de esta estructura tecnológica. Es probable que próximamente, hastiados ya de lo virtual y también ya agotados de concebir los referentes espirituales como totems iluminados exteriores nos llegue el momento de comenzar a concebirnos como componentes  de estos seres realizados.. (Con el mayor respeto a los grandes maestros e iniciados, y sin cuestionar la función histórica de los grandes seres y linajes.)

Este proceso de hiperconectividad tiende a unificar consciencias y nos decanta a un plano polidimensional en el que todos nos podemos reconocer como parte de esta esencia de deidad, donde finalmente convergen todas las deidades en una unidad tan única como multiperceptible. Así pues, esta visión disuelve todo panteísmo radical y más bien nos traslada a una sonrisa interna que nos sintoniza y nos hermana, en y desde cualquier lugar, como en cierto modo lo hacemos con la tecnología. Esta esencia de deidad-esencialidad, no es otra cosa que el ser autorealizado, es decir integrado en cuerpo mente y espíritu. Algo potencialmente simple pero que hemos convertido en sinuoso y complicado. Como decía Miyo Fiel: Ya basta de esfuerzos mentales y emocionales para ser espirituales. Somos espíritu y conciencia porque si!

Así pues entramos en un estado de igualdad y comunicación pro-activa, que supera el anecdotario individual y otras particularidades neuróticas. Cada cual, desde su propia voluntad, decide hacer brillar el holograma común, consciente de la “otredad” implicada, como espejo de uno mismo.  Entonces, tu bien es mi bien y lo que entendemos como Gracia divina, es el resultado de promover esta acción de igualdad, en el plano económico, afectivo, social, cultural, y ambiental. Así pues, cabe pensar que las próximas identidades y manifestaciones de la “divinidad-integridad” sobre la Tierra ya no sucederán tan a nivel individual, ni de pareja nuclear convencional, sino a través de la empatía y las vivencias colectivas.

del estudio » EL SENTIR COMÚN »  por Raimon Caor

RED COR

7 comentarios

  1. Muy agudo y certero tu comentario.

    He aquí los dos temas más básicos, clásicos y controvertidos:

    1 La necesidad de ser aceptada y amada integra y exclusivamente del lado femenino

    2 La expansión, la libertad, la diversidad, «la promiscuidad» del lado masculino.

    Pienso que es esencial reconocer nuestras improntas patológicas, las manipulaciones que ejercemos, los escapismos, las justificaciones hedonistas que adoptamos para evitar posicionarnos en la honestidad, en la valentía, en la solidaridad, pero también considero que existen muchas otras formas honestas y comprometidas de vivir las relaciones en las diversas etapas y las circunstancias cambiantes de la vida.

    Sirvan estos diálogos para cultivar una nueva mirada.
    Mientras me reafirmo en la voluntad de seguir aprendiendo a vivir y convivir libre, respetuosa, creativa, y conscientemente, más allá de este modelo dualista romanticoide.
    Vamos a ayudarnos hombres y mujeres a superar nuestras heridas e incapacidades, superando inercias, y en lo que respecta a nuestras polaridades internas permitirnos ser más dúctiles, tolerantes y flexibles.

    Vamos también a imaginar y a permitir que se creen racimos de cuerpos y almas, mas permanentes,no tan fugaces como en estos cursos-laboratorios de espiritualidad y crecimiento personal a los que asistimos, sino en la vida real. Con implicación y compromisos en proyectos de vida extensivos.

    En cualquier caso no me resigno a formar parte de esta histórica sociedad humana que sigue intentando amar de dos en dos y se mata de mil en miles.

  2. Para tener buenas relaciones. La gente se apega, y cuanto más te apegas a la otra persona, más se asusta la otra persona, más ganas tiene de escapar, porque hay una gran necesidad interior de ser libres. El deseo de libertad es mucho mayor que cualquier otro deseo, es mucho más profundo que cualquier otro deseo. De ahí que uno pueda sacrificar incluso el amor, pero no pueda sacrificar la libertad, no forma parte de la naturaleza de las cosas. De ahí que la auténtica dicha sólo pueda ocurrir en tu soledad. La soledad es un arte, sobretodo el arte de la meditación. Estar completamente centrado en tu propio ser sin ansiar a la otra persona; estar en tal profundo reposo contigo mismo que no necesitas nada más, eso es la soledad. Te proporciona dicha eterna. Si primero estás arraigado en tu ser y luego te diriges a una relación, el fenómeno es completamente distinto. En este caso puedes compartir, puedes amar y también puedes disfrutar este amor. Incluso cuando es momentáneo, puedes danzar, puedes bailar, y cuando desaparece, desaparece; no miras atrás. Eres capaz de crear otro amor, de modo que no hay necesidad de apegarse. Das gracias a tu amante, das gracias al amor que ya no está ahí porque te enriqueció y te proporcionó algunos atisbos de la vida, te hizo más maduro. No obstante, esto sólo será posible si estás algo arraigado en tu ser. Si el amor es todo lo que tienes, sin ninguna base meditativa, sufrirás, cada relación amorosa tarde o temprano se convertirá en una pesadilla. Aprende el arte de estar solo, y dichosamente solo; entonces, todo será posible. –OSHO

  3. Totalmente de acuerdo que para compartirse en lo físico y armonizarse en lo sutil, es básico saber estar contigo mismo/a , y asumir tu soledad. Es clave ser consciente de los apegos y codependencias que establecemos en nuestras relaciones.

  4. Si duda, la expansión vital y anímica, puede también realizarse socialmente en el plano de la amistad y mediante otras formas de reciprocidad, sin que ello comporte relación sexual. Lo que planteamos es en que condiciones podríamos tener capacidad de incluir en nuestro núcleo afectivo a otras personas afines, demostrando la capacidad aditiva del Amor.

  5. Curiosamente el debate de la poliamoría es uno de los temas que mas participación e interés ha despertado en el blog, supongo por la carga y por todo lo que conlleva y por la resaca de quienes lo han sufrido y experimentado.
    Te recuerdo que en blog hay otros temas donde opinar. Hecha una mirada!

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